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sábado, 1 de octubre de 2011

Recordé que Soy Ciego

Recordé que soy ciego, casi siempre lo olvido, pero cuando Bori me impidió subir a la Isabel de Torres el recuerdo cayó sobre mi con la fuerza que caen los pesos muertos e impotentes. Llegamos a medio día, preparados para enlodarnos, revolcarnos por el suelo, resvalar y encojonarnos; llevaba dos bebidas energizantes, unos tennis y todas las ganas del mundo de tratar de deshacerme del estigma que en ocasiones hasta yo coloco en mi frente y el bastón.

-Mira, yo sé que tienes que cuidar tu empleo, olvídate de eso y no me fastidies más el día- Le dije a Boris y salí hacia Puerto Plata a ver en que gastaba el fastidio del recuerdo que recién llegaba. Suelo ser un tipo duro, las lágrimas no suelen visitarme, sin embargo mientras iba en la guagua que conducía Richard, mis pensamientos tomaron forma de lágrimas, faltó poco para que saltaran.

Podría parecer un estilo de rebeldía, puede que lo sea, también parecería el deseo de demostrarle a alguien que no ver no tiene mayor complicación que la que los vidente ven en mi. Sin embargo es mucho más grave como dice un poeta: se trata de mi, de no tolerar no intentarlo, no aceptar un “no puedo” sin darme la oportunidad de descubrirlo por mis propios fracasos. Nadie es más consciente que yo de que existen muchas posibilidades de que si intento subir al peligro extremo no lo conseguiré, pero si me impiden averiguarlo por mi propia cuenta, tendré la frustración que ahora recurrente aparece en mi habitación, en lugares donde solo mis cuentos y Luna de Kendramir –mi guitarra—tienen derecho a estar.

Cuando vi a los chicos regresar, luego de caminar mientras me aburría a muerte, mientras no podía dar tres pasos en el teleférico sin que un pendejo me siguiera como a un criminal de cuidado, obligándome a estar sentado en momentos de apreciar las nubes en el rostro, la frustración tomó tanto poder como antes lo tuvo la impotencia. Ellos subían quejándose, había sido el viaje más duro que habían realizado en sus vidas, aún así para ántony hasta el momento había sido el mejor. Por esa razón cuando Ricardo o algún chico me dice:

-José, lo mejor fue que no subieras.-aunque lo dicen con esa buena fé que solo fastidia al que la recibe, les respondo que no me hablen de eso, que lo olviden, pero en este caso no está funcionando el recurso de negación, es demasiado evidente para negarlo.



J.B