Hola, con eso de qe todo el mundo está ahora afanado con el mundial de fujt ball sudáfrica, se me ocurre compartir un par de cosas con ustedes, a pesar de que no tengo de fut ball, ni idea. Lo primero es que como supongo que ya saben los fiebruses o fanáticos de este deporte, en el partido México/Sudáfrica, hubo un empate.
pero ya está bueno de deportes y nada de otras cosas. pues les cuento algo que quizás les interesará, siendo que se los digo desde este lado del espacio, tiempo y el mar,pero que si no es así, bueno lo lamento.
tiempo atrás, dígase de por los días en los que todavía los marinos creían en monstruos capaces de tragarse de un bocado todo un barco, sobre todo si en el iba alguna mujer, bueno eso fue por el siglo XIV o XV, mas o menos, portugal i algunos países de áfrica tenían una cierta amistad con los portugueses, una relación más o menos cordial y mercantil, claro tomando en cuenta que a nuestros amiguitos de Europa les interesaba el negocio con los morenitos, total que nunca se sabe lo qe puede suceder.
En fin, a los portugueses se les ocurrió la muy "brillante idea de vender esclavos" (supongo que pensarían que si en un momento del tiempo se pujede vender animales y otros artículos, además que si lo que se necesitaba era cubrir unas necesidades y en el camino de cubrirlas, podía uno ganarse un dinerito, lo mejor era vender el mejor producto del mercado: ¡taránª!, ¡negritos de áfrica!".
cuando inicia este negocio de esclavitos, los africanos se "enculillan", o sea, se molestan y se ponen en pie de guerra. Pero pasan dos cosas, primero Europa tenía todos los recursos del mundo, o como dicen aquí, los millones de chanflín.
me van a perdonar pero les sigo la historia ahorita, van a ver qe nice, digo qe "interesante"...
viernes, 11 de junio de 2010
jueves, 10 de junio de 2010
VUELVE POR LA SAL
Los gritos del niño no sesaron en toda la noche. Al día siguiente, la madre tenía unas ojeras que le anunciaban el cansancio a larga distancia. Y lo peor del caso es que no hubo razón aparente para el continuo llanto del pequeño.
Al parecer desde la noche que inició a llorar, iniciaron los síntomas de su enfermedad. Estaba adelgazando a ojos vista, perdía el apetito y por más vitaminas que le daban, no parecía recuperarse. Además en el hospital decían que estaba bien de salud y solo le recetaban algunos desparacitantes.
Parece que era mal de ojo lo que tenía. Pero por más que intentaba recordar quien pudo haberlo hecho, no recordaba que nadie le halla mirado mientras le decía una de esas palabras que se prestan al mal de ojo, incluso había obligado a todos los que veían a su hijo a que dijeran en voz alta “Dios lo bendiga”, y ella sabía bien que eso no fallaba. Además el pequeño tenía en su manito el lacito rojo con el puño negro que sirve contra el mal de ojo. Eso no era en definitiva.
La noche llegó junto con la hora de darle el biberón al niño para luego acostarlo. Buscaría la manera de averiguar que era lo que le estaba matando el muchacho. Probaría lo que le dijo la vecina de Arcadia. Aunque ella no creía en eso de las brujas.
Entró en el cuarto con el niño en brazos. Lo acostó en la cama, lo arropó y le puso el bobo en la boca. Salió de la habitación, pero esta vez no cerró la puerta, ni apagó la luz como las otras veces..
Estaba al pie de la ventana de su habitación mirando la mata que se movía frente a la habitación de su hijo. Era extraño, pero ella no recordaba haber visto nunca ninguna mata en ese lugar.
-Rogelio, Rogelio. Levántate, en el cuarto de paquit hay algo moviéndose.
-Coño mujer no jodas, eso tiene que ser una mata o que se yo.
-no, no, haí no hay matas y eso es muy grande para ser un pájaro. Y si es un ladrón.
Rogelio se levantó de la cama, buscó un machete y se fue al cuarto de Paco. La habitación estaba tranquila, ni señas de algo fuera de lo normal. Se acercó a la ventana y asomó la cabeza hacia fuera, tampoco había nada. Por la parte del camino que daba a la carretera, iba rengueando la vieja Mora.
-Coño mujer, tan buen sueño que yo tenía, como para que tu me estés jodiendo por pendejadas.
La Mujer se acostó junto al marido y aunque tardó en dormirse, tuvo una noche tranquila. Paco no lloró hasta las seis cuando reclamó su desalluno con sus alaridos de vecerro.
Rogelio le contó lo que pasó la noche anterior a su madre. Lo decía solo por decir algo que tapara el silencio que había en la casa. Doña Nieves lo escuchó pensativa y sin intención alguna le recomendó que vigilara esa noche también y si veía a la misma mujer que le dijera que le fuera a pedir sal en la mañana.
El hombre no era tan bruto como para no saber lo que quería decir su madre con ese consejo. En verdad ahora que lo pensaba era curioso que su mujer viera algo en la ventana, que el fuera a investigar y no encontrara nada. Además ¿Qué hacía la vieja Mora caminando por ahí a esas horas?.
Permaneció despierto lo más que pudo para ver lo que traía la noche. Tenía el colín devajo de la silla en la que estaba sentado con el radito de oír la pelota. Sacó un cigarro del bolsillo, lo ensendió y fumó con la esperanza de descubrir algo por lo que valga la pena desvelarse.
Esta noche tampoco hubo nada de extrañar. Paquito respiraba despacio en su sueño, su mujer dormía en el cuarto del lado y él era al único pendejo que se le ocurría quedarse despierto toda la noche como si el fuera sereno.
Los ojos se les cerraban solos, el cigarro ya no era suficiente para mantenerle despierto. Empezaba a ver unas líneas borrosas como de alguien que caminaba lejos con un par de sancos en los pies, escuchaba unos pollos gritando y la voz de un tipo que le gritaba una sarta de maldiciones a una mujer. Despertó sobresaltado, tomó en sus manos el machete y corrió a la ventana para ver que pasaba, pero no vio nada, a pesar de que los pollos de la casa del vecino Raúl estaban con una lloradera.
Estaba claro, hoy tampoco cojería la maldita bruja que le estaba matando el muchacho. Así que desidió irse a dormir, aunque antes de hechar el primer sueño de la madrugada lo que hizo fue hecharle uno a su mujer.
La abuela de Paquito recomendó que cuando lo acostaran, en la cama le pusieran una cruz con palos de fósforos, porque eso no falla para que las brujas lleguen donde el niño.
Rogelio estaba convencido de que la posible bruja que le fastidiaba las noches de los últimos días, era mora. Cuando salió esa mañana para el trabajo, en el camino habló con algunos compañeros de lo que pasaba en su casa, entonces le contaron de las cosas que se dicen de la vieja desde hace bastante tiempo. Por otro lado en una ocasión casi la matan a pedradas sin saber que era ella la que estaba ahí. En fin, todo resultaba muy curioso como para que no fuera una bruja la muy condenada.
Desidió que esa sería la última noche que velaría por una criatura del demonio como la que quería acabar con su hijo. Doña Nieves también ofreció su colaboración para que si lograban verla, entonces ella la atacara con las oraciones que conocía para el caso.
Julia hizo café para su esposo, la suegra y ella. Al biberón del niño le hecharon miel de abeja junto con la leche para que durmiera más profundo que de costumbre. Apagaron todas las luces de la casa y quedaron en silencio total frente a la puerta de la habitación de paquito.
A media noche Nieves sugirió que todos fueran a dormir para que el olor de gente levantada en la casa no fuera a espantar a la visitante. El matrimonio aprovó la sugerencia. La primera en irse a dormir luego de dar la bendición a Rogelio y a su nuera fue la señora, acto seguido lo hicieron los esposos.
Todo quedó en silencio de noche. Nada salvo el croar de algunos macos que presagiaban lluvia para la noche, las peleas de los perros que seguían a una perra en fuga, las guayabas que Caían sobre el sinc a intervalos y el sumbido de los mosquitos encima del mosquitero. Rogelio despertó con un sobre salto, había quedado dormido demasiado tiempo y algo que escuchó en el cuarto de su hijo le hizo volver en si. Cogió el machete con sigilo, abrió la puerta de la habitación con todo el silencio del que pudo hacer acopio. Desplazó sus pasos hacia donde escuchaba el ruido, aguzó los oídos para tantear lo que pasaba al otro lado de la puerta en la que dormía paco.
En el momento en que entró al cuarto con el machete en la mano, la ventana de atraas se abrió y una figura vestida de negro se lanzó por ella dando un alarido. Raúl que estaba levantado, al escuchar la gritería que armó la muerj mujer, le lanzó tantas pedradas como pudo y le mandó detrás los dos perros que nunca le dejaban solo en las noches de ordeño.
Rogelio no olvidó el consejo de su madre cuando vio a la mujer atravesar la ventana, y antes de que el machete se clavara en el marco de la misma le voció con todo el odio del que pudo disponer. “Vuelve por la sal maldita bruja del demonio”.
Cargó al pequeño, lo llevó junto a la cama en la que dormía su mujer y terminó de pasar la noche junto a esta.
A la mañana siguiente, tomaba el café mientras hablaba de lo ocurrido la noche anterior con Raúl cuando corriendo vino julia a buscarlo.
-´Rogelio, Rogelio, corre que doña Nieves está muy herida como si hubiese tenido un accidente.
Raúl cruzó de un salto la empalizada que le dividía de la casa de su vecino y acompañó a este a ver lo que le pasaba a la señora. Entraron los tres en la sala y ahí en una silla tirada se encontraba la madre de Rogelio diciendo con la voz quejumbrosa de quien quiere dar lástima.
- denme un poco de sal por favor.
Al parecer desde la noche que inició a llorar, iniciaron los síntomas de su enfermedad. Estaba adelgazando a ojos vista, perdía el apetito y por más vitaminas que le daban, no parecía recuperarse. Además en el hospital decían que estaba bien de salud y solo le recetaban algunos desparacitantes.
Parece que era mal de ojo lo que tenía. Pero por más que intentaba recordar quien pudo haberlo hecho, no recordaba que nadie le halla mirado mientras le decía una de esas palabras que se prestan al mal de ojo, incluso había obligado a todos los que veían a su hijo a que dijeran en voz alta “Dios lo bendiga”, y ella sabía bien que eso no fallaba. Además el pequeño tenía en su manito el lacito rojo con el puño negro que sirve contra el mal de ojo. Eso no era en definitiva.
La noche llegó junto con la hora de darle el biberón al niño para luego acostarlo. Buscaría la manera de averiguar que era lo que le estaba matando el muchacho. Probaría lo que le dijo la vecina de Arcadia. Aunque ella no creía en eso de las brujas.
Entró en el cuarto con el niño en brazos. Lo acostó en la cama, lo arropó y le puso el bobo en la boca. Salió de la habitación, pero esta vez no cerró la puerta, ni apagó la luz como las otras veces..
Estaba al pie de la ventana de su habitación mirando la mata que se movía frente a la habitación de su hijo. Era extraño, pero ella no recordaba haber visto nunca ninguna mata en ese lugar.
-Rogelio, Rogelio. Levántate, en el cuarto de paquit hay algo moviéndose.
-Coño mujer no jodas, eso tiene que ser una mata o que se yo.
-no, no, haí no hay matas y eso es muy grande para ser un pájaro. Y si es un ladrón.
Rogelio se levantó de la cama, buscó un machete y se fue al cuarto de Paco. La habitación estaba tranquila, ni señas de algo fuera de lo normal. Se acercó a la ventana y asomó la cabeza hacia fuera, tampoco había nada. Por la parte del camino que daba a la carretera, iba rengueando la vieja Mora.
-Coño mujer, tan buen sueño que yo tenía, como para que tu me estés jodiendo por pendejadas.
La Mujer se acostó junto al marido y aunque tardó en dormirse, tuvo una noche tranquila. Paco no lloró hasta las seis cuando reclamó su desalluno con sus alaridos de vecerro.
Rogelio le contó lo que pasó la noche anterior a su madre. Lo decía solo por decir algo que tapara el silencio que había en la casa. Doña Nieves lo escuchó pensativa y sin intención alguna le recomendó que vigilara esa noche también y si veía a la misma mujer que le dijera que le fuera a pedir sal en la mañana.
El hombre no era tan bruto como para no saber lo que quería decir su madre con ese consejo. En verdad ahora que lo pensaba era curioso que su mujer viera algo en la ventana, que el fuera a investigar y no encontrara nada. Además ¿Qué hacía la vieja Mora caminando por ahí a esas horas?.
Permaneció despierto lo más que pudo para ver lo que traía la noche. Tenía el colín devajo de la silla en la que estaba sentado con el radito de oír la pelota. Sacó un cigarro del bolsillo, lo ensendió y fumó con la esperanza de descubrir algo por lo que valga la pena desvelarse.
Esta noche tampoco hubo nada de extrañar. Paquito respiraba despacio en su sueño, su mujer dormía en el cuarto del lado y él era al único pendejo que se le ocurría quedarse despierto toda la noche como si el fuera sereno.
Los ojos se les cerraban solos, el cigarro ya no era suficiente para mantenerle despierto. Empezaba a ver unas líneas borrosas como de alguien que caminaba lejos con un par de sancos en los pies, escuchaba unos pollos gritando y la voz de un tipo que le gritaba una sarta de maldiciones a una mujer. Despertó sobresaltado, tomó en sus manos el machete y corrió a la ventana para ver que pasaba, pero no vio nada, a pesar de que los pollos de la casa del vecino Raúl estaban con una lloradera.
Estaba claro, hoy tampoco cojería la maldita bruja que le estaba matando el muchacho. Así que desidió irse a dormir, aunque antes de hechar el primer sueño de la madrugada lo que hizo fue hecharle uno a su mujer.
La abuela de Paquito recomendó que cuando lo acostaran, en la cama le pusieran una cruz con palos de fósforos, porque eso no falla para que las brujas lleguen donde el niño.
Rogelio estaba convencido de que la posible bruja que le fastidiaba las noches de los últimos días, era mora. Cuando salió esa mañana para el trabajo, en el camino habló con algunos compañeros de lo que pasaba en su casa, entonces le contaron de las cosas que se dicen de la vieja desde hace bastante tiempo. Por otro lado en una ocasión casi la matan a pedradas sin saber que era ella la que estaba ahí. En fin, todo resultaba muy curioso como para que no fuera una bruja la muy condenada.
Desidió que esa sería la última noche que velaría por una criatura del demonio como la que quería acabar con su hijo. Doña Nieves también ofreció su colaboración para que si lograban verla, entonces ella la atacara con las oraciones que conocía para el caso.
Julia hizo café para su esposo, la suegra y ella. Al biberón del niño le hecharon miel de abeja junto con la leche para que durmiera más profundo que de costumbre. Apagaron todas las luces de la casa y quedaron en silencio total frente a la puerta de la habitación de paquito.
A media noche Nieves sugirió que todos fueran a dormir para que el olor de gente levantada en la casa no fuera a espantar a la visitante. El matrimonio aprovó la sugerencia. La primera en irse a dormir luego de dar la bendición a Rogelio y a su nuera fue la señora, acto seguido lo hicieron los esposos.
Todo quedó en silencio de noche. Nada salvo el croar de algunos macos que presagiaban lluvia para la noche, las peleas de los perros que seguían a una perra en fuga, las guayabas que Caían sobre el sinc a intervalos y el sumbido de los mosquitos encima del mosquitero. Rogelio despertó con un sobre salto, había quedado dormido demasiado tiempo y algo que escuchó en el cuarto de su hijo le hizo volver en si. Cogió el machete con sigilo, abrió la puerta de la habitación con todo el silencio del que pudo hacer acopio. Desplazó sus pasos hacia donde escuchaba el ruido, aguzó los oídos para tantear lo que pasaba al otro lado de la puerta en la que dormía paco.
En el momento en que entró al cuarto con el machete en la mano, la ventana de atraas se abrió y una figura vestida de negro se lanzó por ella dando un alarido. Raúl que estaba levantado, al escuchar la gritería que armó la muerj mujer, le lanzó tantas pedradas como pudo y le mandó detrás los dos perros que nunca le dejaban solo en las noches de ordeño.
Rogelio no olvidó el consejo de su madre cuando vio a la mujer atravesar la ventana, y antes de que el machete se clavara en el marco de la misma le voció con todo el odio del que pudo disponer. “Vuelve por la sal maldita bruja del demonio”.
Cargó al pequeño, lo llevó junto a la cama en la que dormía su mujer y terminó de pasar la noche junto a esta.
A la mañana siguiente, tomaba el café mientras hablaba de lo ocurrido la noche anterior con Raúl cuando corriendo vino julia a buscarlo.
-´Rogelio, Rogelio, corre que doña Nieves está muy herida como si hubiese tenido un accidente.
Raúl cruzó de un salto la empalizada que le dividía de la casa de su vecino y acompañó a este a ver lo que le pasaba a la señora. Entraron los tres en la sala y ahí en una silla tirada se encontraba la madre de Rogelio diciendo con la voz quejumbrosa de quien quiere dar lástima.
- denme un poco de sal por favor.
DE LO QUE HOY ES HOY.
Hola, hoy les doy la bienvenida a este espacio.
como habrás visto antes, hay mucho de lo quje he escrito para la literatura, sin embargo no solo verás esto en el blog, también verás todo tipo de informaciones de las qe se desprendan las raíces que constituyan el espacio y mi espacio.
mi universo no tiene por que ser acorde con el de ustedes, por lo que si no les gusta algo de lo que publique, díganlo para hacer honor a la "DEMOCRACIA", pero al igual que en la democracia, no se crean que voy a perder mucho el sueño pensando en modificar lo que publique.
"Total yo soy parte posiblemente del 90% de la población que ocupa un cuarto lugar en la educación del caribe y latinoamérica". Así que si no te gusta, puede ser por dos razones, o no estás de acuerdo con mis ideas, o sencillamente yo soy un tipo sin educación puesto en cifras estadísticas.
como habrás visto antes, hay mucho de lo quje he escrito para la literatura, sin embargo no solo verás esto en el blog, también verás todo tipo de informaciones de las qe se desprendan las raíces que constituyan el espacio y mi espacio.
mi universo no tiene por que ser acorde con el de ustedes, por lo que si no les gusta algo de lo que publique, díganlo para hacer honor a la "DEMOCRACIA", pero al igual que en la democracia, no se crean que voy a perder mucho el sueño pensando en modificar lo que publique.
"Total yo soy parte posiblemente del 90% de la población que ocupa un cuarto lugar en la educación del caribe y latinoamérica". Así que si no te gusta, puede ser por dos razones, o no estás de acuerdo con mis ideas, o sencillamente yo soy un tipo sin educación puesto en cifras estadísticas.
lunes, 7 de junio de 2010
NADIE SABE PARA QUIEN TRABAJA
En las manos llevaba una lata de sardinas, cinco panes y un jugo de naranjas para preparar la cena, el desayuno y el almuerzo del día. Siendo las nueve de la noche, tenía en el estómago el café que compró con los últimmos cinco pesos de su presupuesto semanal. Con el hambre de toda la semana sobre la piel y el acidez que le daba cualquier cosa que hechara en su interior, pensaba comer lo más tarde posible a sabienda de que nada le garantizaba la comida del día siguiente.
Para poder comprar la sardina, el jugo y los panes, además de tener dinero con que pagar el pasaje de la guagua qu que le trajo hasta su casa, vendió los zapatos que trajo su abuela de Estados Unidos en el último viaje que hizo antes de que la matara un infarto. Para mañana quizás venda el radio que compró cuando logró encontrar una casa para vivir. Pero por el momento no quería pensar ni en lo que tuvo que vender hoy, ni en lo que vendería mañana, o lo que tendría que hacer para no morirse de hambre.
La punta del puñal le clavaba la columna vertebral. La presión era muy fuerte para que no le estuviera cortando por lo menos un poco. El brazo del sujeto, rodeaba su cuello con una presión que a penas y si le dejaba un tanto de aire para respirar. En su oído izquierdo sentía el aliento tivio del tipo que le hablaba con una calma premeditada, dejaba intuir furia y un tanto de premura en la voz, a pesar de que era un susurro.
-Loco, tengo hambre y gana de un dinerito. ¿tu crees que puedes hacer algo por mi?
No logró articular palabra. El sujeto le fue empujando a un lugar más oscuro.
Un frío como aceitoso recorría sus extremidades de arriba abajo, de abajo a arriba. Las venas se agarrotaron, no supo como lo sabía, pero sabía que eran las venas las que le oprimían. Callendo en la cuenta de su terror estaba, cuando el sujeto hizo su exigencia definitiva con toda la presión que pudo poner remanifiesto.
-papá, ¡dame la jodida funda que llevas en la mano!, ¡y por tu bien y el mío mira a ver cuanto dinero me das y rápido que me es está temblando el cuchillo!, ¿Tu entiendes verdad…..?.
No atinó a decir algo por encima de una especie de lamento. No quería tener conciencia de lo que implicaba el cuchillo que tenía en su espalda, pero la conciencia atacaba por cada resquicio de su reticencia y le enfrentaba a los cien pesos que le quedaban en el bolsillo y a la funda que tenía en la mano.
-Loco ¿pero es en serio…..?
En ese momento la frase le sonó estúpida incluso a él, pero de seguro si volviera a intentar decir algo, talvéz fuera esa la única oración que pudiera formular.
El atracador, le urgió una vez más para que entregue lo que tenía en las manos y en los bolsillos, ahora valiéndose de amenazas que surtieron efecto inmediato.
Procedió a buscar en el bolsillo derecho con la mayor lentitud posible, no tanto por hacer tiempo para atacar , como para sentir un momento más el único capital que le acompañaba. Lo sostuvo en la mano, los dedos le temblaron, pensó que la noche anterior no había agua en casa para tomar y que con la prisa por comer algo, había olvidado comprar. Esta noche dormiría desde que llegue, quizás se de un baño, y mañana pasaría el día viendo televisión en casa. Recordó que tenía unas onzas de azúcar, talvéz comería algo de esta para entretener al hambre. En algún lado escuchó que el azúcar sirve para dar energía.
Terminaba de sacar la papeleta que arrugaba en las manos para entregar al asaltante, cuando escuchó una risa aguda y burlona que acompañaban unas palabras inverosímiles.
-Loco, yo estoy jugando, ¡tu porque no viste la cara de miedo que pusiste!. Que palomo, papá tu si que estás pendejo.
Por un momento quedó desarticulado, no comprendía del todo lo que estaba escuchando, pero al voltear para ver de quien salían esas palabras, no pudo más que dejar caer el puño en la quijada del que reconoció como chucho el hijo de su madrina tata.
-¡Hijo de la gran puta!, ¡coño!, ¿Qué es lo que tu te crees?. Tu maldita vida, ¿tu crees que todo el mundo es un mama güevo como tu mariconaso?.
Chucho intentaba defenderse sin atacar, pero los puñetazos eran cada vez más rápidos y como que no tenían dentro de sus intenciones dar con poca fuerza.
Las cosas agravaron, Chucho tropezó con el borde de la acera, perdió el equilibrio, a una cierta distancia de él, escuchó el sonido metálico del cuchillo al caer tras de sí. Luego de caer al suelo, continuó golpeándole con los puños cerrados, había contenido durante toda la semana, la rabia que le daba el verse en la situación que tenía ahora, y a este hijo de la gran puta lo que mejor le parecía era venir a joderle de esta manera.
No quería ver, oír o sentir nada, solo deseaba golpear. De pronto se detuvo en seco, chucho no se defendía ya, poco a poco fue volviendo en si, el entorno se le reveló con toda la nitidez posible, lo que vio no le gustó para nada.
De debajo de Chucho salía un charco de sangre con tendencia a crecer, él no recordaba haber dado ningún golpe en la espalda del muchacho,. Lo levantó por la cabeza, miró tras su espalda y encallado entre las costillas y la columna del joven, vio la casi más de la mitad de la hoja del cuchillo.
¡coño!, lo que le faltaba, haber matado al hijo de su madrina. Pero el muy cabrón era el culpable, a él quien lo mandó a querer hacerse el gracioso con su idea del atraco. ¡joder, joder , joder!, ¿Qué iba a hacer?. No podía dejarlo ahí tirado, el maricón ese era casi de su familia.
¡Coño, coño, coño!, eso te pasa por dejarte llevar de lo bueno que es darle un par de trompadas a un maldita madre. Coje ahí, tu no querías darte de boxeador.
Corrió hacia la casa más cercana en la que alguien le conociera, tocó la puerta frente a la casa de don julio para que le ayude a llevarlo a alguna clínica. Julio apareció en la puerta con sus 6,6 pie de estatura, con su corpulencia habitual y con el aparente desenfado que caracterizaba su timbre de voz.
A trompicones le contó lo que ocurría y entre los dos cargaron al herido hasta el carro de Julio para llevarlo talvéz al Darío Contreras, no, mejor era llevarlo a la clínica de Antonito, esa estaba más cerca. Aunque a sinceridad julio no creía en los buenos resultados para la salud de Chucho. Encendió el carro y salió lo más rápido que su miedo a las grandes velocidades le permitió.
Rosita salió de su casa para pedirle de favor a Chago el del colmado que le fiara seis panes y cuatro tablas de chocolate. Caminaba lo más despacio posible, le fastidiaba tener que pedir fiado, siempre sentía como que la gente le hablaba con desgana y que no le querían atender. Además siempre era ella la que tenía que ir a pedir fiado donde don Chago y desde hacía mucho ella no veía que su mamá fuera a pagarle.
Caminaba pateando el polvo, canturreaba una bachata que escuchó en la casa de Daniela, esos si que no cogían fiado nunca y los hijos de Daniela siempre tenían de todo, incluso llevaban dinero a la escuela para comprar en recreo; lástima que fueran tan creídos.
´Una funda se le enredó en los pies y ella se percató de lo que contenía. La tomó con cierto recelo pero vio que todo el contendio estaba bueno, no entendía como alguien podía botar tantas cosas sin que estén dañadas. Dio un rodeo con la vista a todo el espacio que le quedaba alrededor y se percató de un papelito muy arrugado que estaba en el suelo junto a un charco de algo líquido. Se abajó a cojerlo y vio que eran cien pesos, estaban secos pero cerca de ellos vio que lo que había era sangre.
Por un momento pensó en dejar todo eso ahí y salir corriendo lo más rápido posible, pero cargó con todo y hechó a correr con todas sus fuerzas.
Para poder comprar la sardina, el jugo y los panes, además de tener dinero con que pagar el pasaje de la guagua qu que le trajo hasta su casa, vendió los zapatos que trajo su abuela de Estados Unidos en el último viaje que hizo antes de que la matara un infarto. Para mañana quizás venda el radio que compró cuando logró encontrar una casa para vivir. Pero por el momento no quería pensar ni en lo que tuvo que vender hoy, ni en lo que vendería mañana, o lo que tendría que hacer para no morirse de hambre.
La punta del puñal le clavaba la columna vertebral. La presión era muy fuerte para que no le estuviera cortando por lo menos un poco. El brazo del sujeto, rodeaba su cuello con una presión que a penas y si le dejaba un tanto de aire para respirar. En su oído izquierdo sentía el aliento tivio del tipo que le hablaba con una calma premeditada, dejaba intuir furia y un tanto de premura en la voz, a pesar de que era un susurro.
-Loco, tengo hambre y gana de un dinerito. ¿tu crees que puedes hacer algo por mi?
No logró articular palabra. El sujeto le fue empujando a un lugar más oscuro.
Un frío como aceitoso recorría sus extremidades de arriba abajo, de abajo a arriba. Las venas se agarrotaron, no supo como lo sabía, pero sabía que eran las venas las que le oprimían. Callendo en la cuenta de su terror estaba, cuando el sujeto hizo su exigencia definitiva con toda la presión que pudo poner remanifiesto.
-papá, ¡dame la jodida funda que llevas en la mano!, ¡y por tu bien y el mío mira a ver cuanto dinero me das y rápido que me es está temblando el cuchillo!, ¿Tu entiendes verdad…..?.
No atinó a decir algo por encima de una especie de lamento. No quería tener conciencia de lo que implicaba el cuchillo que tenía en su espalda, pero la conciencia atacaba por cada resquicio de su reticencia y le enfrentaba a los cien pesos que le quedaban en el bolsillo y a la funda que tenía en la mano.
-Loco ¿pero es en serio…..?
En ese momento la frase le sonó estúpida incluso a él, pero de seguro si volviera a intentar decir algo, talvéz fuera esa la única oración que pudiera formular.
El atracador, le urgió una vez más para que entregue lo que tenía en las manos y en los bolsillos, ahora valiéndose de amenazas que surtieron efecto inmediato.
Procedió a buscar en el bolsillo derecho con la mayor lentitud posible, no tanto por hacer tiempo para atacar , como para sentir un momento más el único capital que le acompañaba. Lo sostuvo en la mano, los dedos le temblaron, pensó que la noche anterior no había agua en casa para tomar y que con la prisa por comer algo, había olvidado comprar. Esta noche dormiría desde que llegue, quizás se de un baño, y mañana pasaría el día viendo televisión en casa. Recordó que tenía unas onzas de azúcar, talvéz comería algo de esta para entretener al hambre. En algún lado escuchó que el azúcar sirve para dar energía.
Terminaba de sacar la papeleta que arrugaba en las manos para entregar al asaltante, cuando escuchó una risa aguda y burlona que acompañaban unas palabras inverosímiles.
-Loco, yo estoy jugando, ¡tu porque no viste la cara de miedo que pusiste!. Que palomo, papá tu si que estás pendejo.
Por un momento quedó desarticulado, no comprendía del todo lo que estaba escuchando, pero al voltear para ver de quien salían esas palabras, no pudo más que dejar caer el puño en la quijada del que reconoció como chucho el hijo de su madrina tata.
-¡Hijo de la gran puta!, ¡coño!, ¿Qué es lo que tu te crees?. Tu maldita vida, ¿tu crees que todo el mundo es un mama güevo como tu mariconaso?.
Chucho intentaba defenderse sin atacar, pero los puñetazos eran cada vez más rápidos y como que no tenían dentro de sus intenciones dar con poca fuerza.
Las cosas agravaron, Chucho tropezó con el borde de la acera, perdió el equilibrio, a una cierta distancia de él, escuchó el sonido metálico del cuchillo al caer tras de sí. Luego de caer al suelo, continuó golpeándole con los puños cerrados, había contenido durante toda la semana, la rabia que le daba el verse en la situación que tenía ahora, y a este hijo de la gran puta lo que mejor le parecía era venir a joderle de esta manera.
No quería ver, oír o sentir nada, solo deseaba golpear. De pronto se detuvo en seco, chucho no se defendía ya, poco a poco fue volviendo en si, el entorno se le reveló con toda la nitidez posible, lo que vio no le gustó para nada.
De debajo de Chucho salía un charco de sangre con tendencia a crecer, él no recordaba haber dado ningún golpe en la espalda del muchacho,. Lo levantó por la cabeza, miró tras su espalda y encallado entre las costillas y la columna del joven, vio la casi más de la mitad de la hoja del cuchillo.
¡coño!, lo que le faltaba, haber matado al hijo de su madrina. Pero el muy cabrón era el culpable, a él quien lo mandó a querer hacerse el gracioso con su idea del atraco. ¡joder, joder , joder!, ¿Qué iba a hacer?. No podía dejarlo ahí tirado, el maricón ese era casi de su familia.
¡Coño, coño, coño!, eso te pasa por dejarte llevar de lo bueno que es darle un par de trompadas a un maldita madre. Coje ahí, tu no querías darte de boxeador.
Corrió hacia la casa más cercana en la que alguien le conociera, tocó la puerta frente a la casa de don julio para que le ayude a llevarlo a alguna clínica. Julio apareció en la puerta con sus 6,6 pie de estatura, con su corpulencia habitual y con el aparente desenfado que caracterizaba su timbre de voz.
A trompicones le contó lo que ocurría y entre los dos cargaron al herido hasta el carro de Julio para llevarlo talvéz al Darío Contreras, no, mejor era llevarlo a la clínica de Antonito, esa estaba más cerca. Aunque a sinceridad julio no creía en los buenos resultados para la salud de Chucho. Encendió el carro y salió lo más rápido que su miedo a las grandes velocidades le permitió.
Rosita salió de su casa para pedirle de favor a Chago el del colmado que le fiara seis panes y cuatro tablas de chocolate. Caminaba lo más despacio posible, le fastidiaba tener que pedir fiado, siempre sentía como que la gente le hablaba con desgana y que no le querían atender. Además siempre era ella la que tenía que ir a pedir fiado donde don Chago y desde hacía mucho ella no veía que su mamá fuera a pagarle.
Caminaba pateando el polvo, canturreaba una bachata que escuchó en la casa de Daniela, esos si que no cogían fiado nunca y los hijos de Daniela siempre tenían de todo, incluso llevaban dinero a la escuela para comprar en recreo; lástima que fueran tan creídos.
´Una funda se le enredó en los pies y ella se percató de lo que contenía. La tomó con cierto recelo pero vio que todo el contendio estaba bueno, no entendía como alguien podía botar tantas cosas sin que estén dañadas. Dio un rodeo con la vista a todo el espacio que le quedaba alrededor y se percató de un papelito muy arrugado que estaba en el suelo junto a un charco de algo líquido. Se abajó a cojerlo y vio que eran cien pesos, estaban secos pero cerca de ellos vio que lo que había era sangre.
Por un momento pensó en dejar todo eso ahí y salir corriendo lo más rápido posible, pero cargó con todo y hechó a correr con todas sus fuerzas.
EL BLUS DE VENUS
El Blus de Venus.
Llebaba en sus manos el saxo mientras caminaba hasta su casa. Desde que lo conoció, le tomó adhesión sin límites a sus melodías, pero no dejaba de lado la pasión por la trompeta.
Caminaba despacio, silbaba una pieza de jazz que venía practicando desde hacía varios días. Paró el silvido ante la presión que las tripas le hicieran en el estómago´. Todavía no dejaba de sorprenderse de la manera en la que el hambre se hacía presentar e incluso le causaba una cierta gracia. Desde que la conoció junto a las otras experiencias de la vida humana, no pudo más que anonadarse frente a ellas.
Por su mente asomaban las imágenes de la vida que había decidido vivir tras abandonar el cielo para venir a este país en la tierra junto a la mujer que también decidió su mortalidad por él. Venus le esperaba en casa, quizás con muy poca ropa y con una coquetería que competía tan solo con la de esas mujeres del Caribe al que había llegado.
Todavía la comida no le quedaba del todo comestible y la vida resultaba difícil sin las comodidades con las que antes contaban. Pero en un ataque de romanticismo , desidieron abandonar la inmortalidad para entregarse uno al otro. Como era de esperar, ya habían tenido tiempo de sobra para odiarse mutuamente por su resolución. Aunque él aún trataba de mantener su convicción desde el credo….
De lo único que estaba seguro, era de que a pesar de las dificultades en las que tenían que vivir los dos como pareja, ella le quería tanto como él y ambos habían tomado la mejor opción. La fidelidad de uno en el otro, aún era signo de su antigua inmortalidad.
Entró en la sala de su casa, donde lo recibió el aroma de lo único que preparaba su mujer con toda ley. El café le invadía todos los sentidos y corrió a buscar una taza para sí. Tardó unos minutos en completo silencio, degustando el café.
Era este uno de los momentos en el que no podía menos que saludar su idea de venirse a la mortalidad.
-Hay Gabriel, lo mejor que has hecho. –Acalló sus palabras con otro sorbo de la bebida. Puso la taza vacía junto a los trastos sucios. Y preparó su cuerpo y su espíritu para disfrutar del cuerpo de su mujer.
Caminó hacia la habitación sin a penas hacer ruido. Pensaba en la posición que le contó uno de los músicos que conoció días atrás y que no dudaría en practicarla con Venus.
Algo no andaba bien. La puerta de la habitación estaba cerrada por dentro, además había demasiado silencio en la casa como si solo estuviera él. La melodía del jazz continuaba en su cabeza mientras volvía hacia la sala para buscar las llaves de la habitación. Podía haber llamado a su mujer a que le abriera, pero esta podría estar durmiendo y no quería despertarla, además tenía en mente darle una sorpresa. Tomó las llaves que estaban sobre la mesa del comedor y regresó a la habitación.
Venus estaba helada por la sorpresa. Los ojos le bailaban en todas las direcciones mientras con la sábana intentaba ocultarse incluso del ojo de Dios, si fuese posible. Veía a Gabriel mirarle con la cara de bobo que ponía cuando algo le resultaba desconocido o inconptrensible, esa que a fuerza de tanto verla en los últimos tiempos, ya estaba dejando estragos en él.
Desde que vino aquí como esposa de un piadoso ángel del cielo, su vida iba teniendo esa calma a la que no estaba acostumbrada. Extrañaba su concha en la mar de Chipre y las pícaras miradas que daba a los mortales que se desvivían por ella en su antigüedad. Ahora tenía a un músico que le hacía el amor con tanta calma que apenas y si lo sentía. Era como si estuvieran cantando uno de esos himnos a los que él había estado acostumbrado en la corte celeste.
Por eso no pudo menos que volver a sentirse una mujer divina cuando los hombres empezaron a hacerse amigos de Gabriel con el fin de mirarla. Veía las miradas de deseo que le lanzaban, pero siempre las veía como una forma de estimular su imaginación para cuando esté sola en el baño.
Gabriel miraba a Venus con tanto asco como desepción. Deseó en ese momento ser de enérgicas reacciones como esos tipos caribeños con los que vivía a diario o como estaba seguro que sería el que estaba sobre su mujer en este momento. Pero ni siquiera esta era una de sus cualidades, se limitó a apoderarse de la imagen de su mujer desnuda y con cara de muerto sorprendido en lecho de vivos, cerró la puerta lo más despacio posible y sin decir palabra alguna salió de la estancia y de la vida de Venus.
Esa noche supo que para querer olvidar sin lograrlo, lo mejor es el ron. Aprendió a dejarse querer por las mujeres que lo deseaban desde tiempos inmemoriales. Conoció a otros borrachos como él que le enseñaron a lamerse las heridas con los requintos de una bachata de amargue. Bebió, bailó con torpeza y amaneció tirado en una esquina sin reloj, anillo, ni zapatos.
Despertó con los truenos de Zeus en la cabeza y en su cuerpo los dolores que tuvo cristo en el calvario, con más sed que este cuando caminaba hacia el Gólgota. Mas tarde también aprendió que esta era la llamada resaca.
Enfiló hacia su casa con la esperanza de no ver a Venus. Quería tan solo darse un baño, y buscar sus instrumentos para irse a cualquier sitio.
Venus, no vio a Gabriel durante muchos años. Le buscó bastante tiempo pero no supo nada de este. Pensó en mil y una razón para su desaparición.
Se le ocurrió que este pudo haberle rogado a dios que le volviera inmortal una vez mas, que talvéz murió en algún lugar, que se fue del país o que la veía a escondidas pero no se dejaba ver por ella.
La soledad comensó a golpearle poco a poco, no se sentía a gusto con ningún otro mortal, salvo en algunas ocasiones de placer, pero incluso a esas había renunciado por falta del jodido ángel.
Encendió la radio como todas las mañanas para escuchar algo de música. Los acordes le relajaban y le trasladaban a lugares imposibles incluso para ella que tanto había visto. Pasó una pieza que antes no conocía, pero que le encantó.
La voz del locutor comenzó a hablar de la siguiente pieza.
- Aquí… su segmento de las revelaciones inmortales. –La palabra inmortal resonó en su pecho como lejana e incluso maldita.
- Una pieza que se ha ido transformando en la identificación de todos los que la hemos escuchado. El saxo fone una vez más nos regala sus lamentos pero esta vez con tanta tristeza…
Acontinuación el jazz revelación de esta mañana. – Eso era lo que más le molestaba de los locutores, tanto hablar y dar rodeos, cuando la gente lo que quería era escuchar la música.
-De Gabriel: “El blus de Venus”.
Llebaba en sus manos el saxo mientras caminaba hasta su casa. Desde que lo conoció, le tomó adhesión sin límites a sus melodías, pero no dejaba de lado la pasión por la trompeta.
Caminaba despacio, silbaba una pieza de jazz que venía practicando desde hacía varios días. Paró el silvido ante la presión que las tripas le hicieran en el estómago´. Todavía no dejaba de sorprenderse de la manera en la que el hambre se hacía presentar e incluso le causaba una cierta gracia. Desde que la conoció junto a las otras experiencias de la vida humana, no pudo más que anonadarse frente a ellas.
Por su mente asomaban las imágenes de la vida que había decidido vivir tras abandonar el cielo para venir a este país en la tierra junto a la mujer que también decidió su mortalidad por él. Venus le esperaba en casa, quizás con muy poca ropa y con una coquetería que competía tan solo con la de esas mujeres del Caribe al que había llegado.
Todavía la comida no le quedaba del todo comestible y la vida resultaba difícil sin las comodidades con las que antes contaban. Pero en un ataque de romanticismo , desidieron abandonar la inmortalidad para entregarse uno al otro. Como era de esperar, ya habían tenido tiempo de sobra para odiarse mutuamente por su resolución. Aunque él aún trataba de mantener su convicción desde el credo….
De lo único que estaba seguro, era de que a pesar de las dificultades en las que tenían que vivir los dos como pareja, ella le quería tanto como él y ambos habían tomado la mejor opción. La fidelidad de uno en el otro, aún era signo de su antigua inmortalidad.
Entró en la sala de su casa, donde lo recibió el aroma de lo único que preparaba su mujer con toda ley. El café le invadía todos los sentidos y corrió a buscar una taza para sí. Tardó unos minutos en completo silencio, degustando el café.
Era este uno de los momentos en el que no podía menos que saludar su idea de venirse a la mortalidad.
-Hay Gabriel, lo mejor que has hecho. –Acalló sus palabras con otro sorbo de la bebida. Puso la taza vacía junto a los trastos sucios. Y preparó su cuerpo y su espíritu para disfrutar del cuerpo de su mujer.
Caminó hacia la habitación sin a penas hacer ruido. Pensaba en la posición que le contó uno de los músicos que conoció días atrás y que no dudaría en practicarla con Venus.
Algo no andaba bien. La puerta de la habitación estaba cerrada por dentro, además había demasiado silencio en la casa como si solo estuviera él. La melodía del jazz continuaba en su cabeza mientras volvía hacia la sala para buscar las llaves de la habitación. Podía haber llamado a su mujer a que le abriera, pero esta podría estar durmiendo y no quería despertarla, además tenía en mente darle una sorpresa. Tomó las llaves que estaban sobre la mesa del comedor y regresó a la habitación.
Venus estaba helada por la sorpresa. Los ojos le bailaban en todas las direcciones mientras con la sábana intentaba ocultarse incluso del ojo de Dios, si fuese posible. Veía a Gabriel mirarle con la cara de bobo que ponía cuando algo le resultaba desconocido o inconptrensible, esa que a fuerza de tanto verla en los últimos tiempos, ya estaba dejando estragos en él.
Desde que vino aquí como esposa de un piadoso ángel del cielo, su vida iba teniendo esa calma a la que no estaba acostumbrada. Extrañaba su concha en la mar de Chipre y las pícaras miradas que daba a los mortales que se desvivían por ella en su antigüedad. Ahora tenía a un músico que le hacía el amor con tanta calma que apenas y si lo sentía. Era como si estuvieran cantando uno de esos himnos a los que él había estado acostumbrado en la corte celeste.
Por eso no pudo menos que volver a sentirse una mujer divina cuando los hombres empezaron a hacerse amigos de Gabriel con el fin de mirarla. Veía las miradas de deseo que le lanzaban, pero siempre las veía como una forma de estimular su imaginación para cuando esté sola en el baño.
Gabriel miraba a Venus con tanto asco como desepción. Deseó en ese momento ser de enérgicas reacciones como esos tipos caribeños con los que vivía a diario o como estaba seguro que sería el que estaba sobre su mujer en este momento. Pero ni siquiera esta era una de sus cualidades, se limitó a apoderarse de la imagen de su mujer desnuda y con cara de muerto sorprendido en lecho de vivos, cerró la puerta lo más despacio posible y sin decir palabra alguna salió de la estancia y de la vida de Venus.
Esa noche supo que para querer olvidar sin lograrlo, lo mejor es el ron. Aprendió a dejarse querer por las mujeres que lo deseaban desde tiempos inmemoriales. Conoció a otros borrachos como él que le enseñaron a lamerse las heridas con los requintos de una bachata de amargue. Bebió, bailó con torpeza y amaneció tirado en una esquina sin reloj, anillo, ni zapatos.
Despertó con los truenos de Zeus en la cabeza y en su cuerpo los dolores que tuvo cristo en el calvario, con más sed que este cuando caminaba hacia el Gólgota. Mas tarde también aprendió que esta era la llamada resaca.
Enfiló hacia su casa con la esperanza de no ver a Venus. Quería tan solo darse un baño, y buscar sus instrumentos para irse a cualquier sitio.
Venus, no vio a Gabriel durante muchos años. Le buscó bastante tiempo pero no supo nada de este. Pensó en mil y una razón para su desaparición.
Se le ocurrió que este pudo haberle rogado a dios que le volviera inmortal una vez mas, que talvéz murió en algún lugar, que se fue del país o que la veía a escondidas pero no se dejaba ver por ella.
La soledad comensó a golpearle poco a poco, no se sentía a gusto con ningún otro mortal, salvo en algunas ocasiones de placer, pero incluso a esas había renunciado por falta del jodido ángel.
Encendió la radio como todas las mañanas para escuchar algo de música. Los acordes le relajaban y le trasladaban a lugares imposibles incluso para ella que tanto había visto. Pasó una pieza que antes no conocía, pero que le encantó.
La voz del locutor comenzó a hablar de la siguiente pieza.
- Aquí… su segmento de las revelaciones inmortales. –La palabra inmortal resonó en su pecho como lejana e incluso maldita.
- Una pieza que se ha ido transformando en la identificación de todos los que la hemos escuchado. El saxo fone una vez más nos regala sus lamentos pero esta vez con tanta tristeza…
Acontinuación el jazz revelación de esta mañana. – Eso era lo que más le molestaba de los locutores, tanto hablar y dar rodeos, cuando la gente lo que quería era escuchar la música.
-De Gabriel: “El blus de Venus”.
MINOTAURO
Minotauro.
Abro los ojos y veo
Muros que se elevan sobre mi cabeza.
Señudas murallas de rostros inflexibles
Que amenazan con mantenerme prisionero hasta el fin de mis días.
Estrujo con mis manos los párpados
Esperanzado talvés en que sea solo un sueño,
Pero ahí está,
Tan cierta como que existen “cíclopes malignos”.
Miro a derecha e izquierda y veo
En todas direcciones
Paredes que se agigantan a cada paso que doy,
Que forman laberintos infinitos con cada vuelta de mi desesperación.
Son tan oscuros esos rincones,
Hay en ellos tantos despojos de putrefacción.
A cada movimiento, tropiezo con osamentas calcomidas,
Osamentas de soñadores que calleron frente a bestias mitológicas,
Son restos de los cuerpos que una vez se dejaron roer,
Por monstruos misteriosos,
Anacrónicos especimenes de la nada.
A lo lejos se vislumbra una luz,
Tras ella me dirijo.
Está cada vez mas y mas cerca,
Ya estoy a pocos metros de su morada,
A penas tengo tiempo de reaccionar,
Giro sobre mis pasos y hullo,
Tras de mi le siento venir,
Vestido con manchas opacas y en ocasiones peludas.
Su aliento está ceca de mi,
Es un olor nauseabundo,
Es el residuo de tantas víctimas que ignorantes… fueron a ella.
Lo que por luz vi,
Sus ojos eran.
Lo que una salida pareciome,
Una muerte fue.
Lo que me atrajo como salvación,
Ahora abre sus fauses frente a mi piel.
Me doy vuelta en la cama y creo despertar,
Vuelvo a revolverme
Entonces el ruido de un motor me trae a la otra realidad,
Entonces se que aún tras de mi se encuentra,
Es el predador junto al he de convivir
Hasta que termine yo siendo presa
O por lo menos haga creer que fui un gran cazador.
Porque el morirá talvés,
Pero ¿es él la amenaza?
O ¿es esta fantástica realidad en la que he de vivir?
Abro los ojos y veo
Muros que se elevan sobre mi cabeza.
Señudas murallas de rostros inflexibles
Que amenazan con mantenerme prisionero hasta el fin de mis días.
Estrujo con mis manos los párpados
Esperanzado talvés en que sea solo un sueño,
Pero ahí está,
Tan cierta como que existen “cíclopes malignos”.
Miro a derecha e izquierda y veo
En todas direcciones
Paredes que se agigantan a cada paso que doy,
Que forman laberintos infinitos con cada vuelta de mi desesperación.
Son tan oscuros esos rincones,
Hay en ellos tantos despojos de putrefacción.
A cada movimiento, tropiezo con osamentas calcomidas,
Osamentas de soñadores que calleron frente a bestias mitológicas,
Son restos de los cuerpos que una vez se dejaron roer,
Por monstruos misteriosos,
Anacrónicos especimenes de la nada.
A lo lejos se vislumbra una luz,
Tras ella me dirijo.
Está cada vez mas y mas cerca,
Ya estoy a pocos metros de su morada,
A penas tengo tiempo de reaccionar,
Giro sobre mis pasos y hullo,
Tras de mi le siento venir,
Vestido con manchas opacas y en ocasiones peludas.
Su aliento está ceca de mi,
Es un olor nauseabundo,
Es el residuo de tantas víctimas que ignorantes… fueron a ella.
Lo que por luz vi,
Sus ojos eran.
Lo que una salida pareciome,
Una muerte fue.
Lo que me atrajo como salvación,
Ahora abre sus fauses frente a mi piel.
Me doy vuelta en la cama y creo despertar,
Vuelvo a revolverme
Entonces el ruido de un motor me trae a la otra realidad,
Entonces se que aún tras de mi se encuentra,
Es el predador junto al he de convivir
Hasta que termine yo siendo presa
O por lo menos haga creer que fui un gran cazador.
Porque el morirá talvés,
Pero ¿es él la amenaza?
O ¿es esta fantástica realidad en la que he de vivir?
HUMO
Humo . . .
Subía el humo hacia las nubes,
Gris, negruzco e impenetrable.
Humo con tonalidades claras
Otras tan negras como cerrada noche.
Vajo azules infinitos del cielo
Con pasmosa lentitud
Se desplazaba entodas direcciones
Corría a todos lados
Hacia arriba y abajo
A derecha y al frente
En todas direcciones.
Su sombra cubría los matices del suelo
Era bruma la huella que tras de si abrazaba el espacio,
Huellas tan fuertes que endían las dimensiones
Rompían las estructuras rígidas y sólidas de la luz.
El humo abrió sus alas y quiso volar
Hasta el cielo de vestidura pulcra
Subió alto,
Tan alto como se lo permitió la gravedad,
Propagó su sombra a lo largo y ancho…
Dejó a oscuras todo bajo si,
Llenó con sus olores todos los olfatos,
Llenó su estómago con el aire transparente…
Se convirtió en el tropiezo de oraciones que hacia el cielo se dirigían,
En el para rayos de ideas que amenazaban con ser brillantes,
Fue su oscuridad intensidad abasallante,
Subyugante de todas las murallas a su paso.
Hoy vive el humo en todos lados,
No hay rincón o vericueto que no le halla ofrendado un espacio,
Que no se vea sometido por las exigencias de esa mole de polvoriento negro viento.
Hoy vive en todos lados
En compañía de su soledad
Abrazado por los brazos lejanos de la desolación,
Vive irritado ese humo negro y gris,
Denso y rudo como la melancolía.
El humo no pudo ser cielo
No alcanzó su grandesa y le ocultó para que no le vieran
Al mirar hacia arriba es a el a quien se puede ver,
Es con el con quien la mirada se da de sopetón.
El humo escondió al cielo,
Lo desterró a tierras lejanas,
Se convirtió en soberano,
Pero el cielo no ha muerto,
El cielo vive,
En algún lugar a de estar,
Temeroso talvés,
Deseoso de ser lo que era antes,
Regodeándose en la nostalgia de las memorias,
En los recuerdos de los miles que le conservan en las miradas de un pasado.
El humo le exilió de su país,
Pero el vive,
Pero desde algún lugar a de volver,
A de recuperar el brillo de antaño,
A de ser el compañero fiel del astro sol,
sol del que slo se ve una sombra grisácea filtrada por la piel del sombrío invasor.
Subía el humo hacia las nubes,
Gris, negruzco e impenetrable.
Humo con tonalidades claras
Otras tan negras como cerrada noche.
Vajo azules infinitos del cielo
Con pasmosa lentitud
Se desplazaba entodas direcciones
Corría a todos lados
Hacia arriba y abajo
A derecha y al frente
En todas direcciones.
Su sombra cubría los matices del suelo
Era bruma la huella que tras de si abrazaba el espacio,
Huellas tan fuertes que endían las dimensiones
Rompían las estructuras rígidas y sólidas de la luz.
El humo abrió sus alas y quiso volar
Hasta el cielo de vestidura pulcra
Subió alto,
Tan alto como se lo permitió la gravedad,
Propagó su sombra a lo largo y ancho…
Dejó a oscuras todo bajo si,
Llenó con sus olores todos los olfatos,
Llenó su estómago con el aire transparente…
Se convirtió en el tropiezo de oraciones que hacia el cielo se dirigían,
En el para rayos de ideas que amenazaban con ser brillantes,
Fue su oscuridad intensidad abasallante,
Subyugante de todas las murallas a su paso.
Hoy vive el humo en todos lados,
No hay rincón o vericueto que no le halla ofrendado un espacio,
Que no se vea sometido por las exigencias de esa mole de polvoriento negro viento.
Hoy vive en todos lados
En compañía de su soledad
Abrazado por los brazos lejanos de la desolación,
Vive irritado ese humo negro y gris,
Denso y rudo como la melancolía.
El humo no pudo ser cielo
No alcanzó su grandesa y le ocultó para que no le vieran
Al mirar hacia arriba es a el a quien se puede ver,
Es con el con quien la mirada se da de sopetón.
El humo escondió al cielo,
Lo desterró a tierras lejanas,
Se convirtió en soberano,
Pero el cielo no ha muerto,
El cielo vive,
En algún lugar a de estar,
Temeroso talvés,
Deseoso de ser lo que era antes,
Regodeándose en la nostalgia de las memorias,
En los recuerdos de los miles que le conservan en las miradas de un pasado.
El humo le exilió de su país,
Pero el vive,
Pero desde algún lugar a de volver,
A de recuperar el brillo de antaño,
A de ser el compañero fiel del astro sol,
sol del que slo se ve una sombra grisácea filtrada por la piel del sombrío invasor.
SOMBRIA LUZ
SOMBRÍA LUZ.
Abrirá una vez más sus labios en un gemido de placer,
Lanzará a algún oscuro rincón la ropa que sobre su cuerpo se siñe,
Y otra vez entre sus piernas y entrañas algunas esporádicas aventurero falo.
“¡Hay vida!”,
“Tan ramera, tan puta, tan sínica y desvergonzada”.
Te arqueas en fingidos y frustrantes orgasmos sobre el lecho de otro furtivo amante.
Te envuelves en aventuras y romances que te desgarran el alma,
A veces orgiásticos junto al anacrónico tiempo y al destino,
Y tal que si fueras de Safo discípula,
Te revuelcas en los pezones y el clítoris de la timadora Suerte
Suerte que tira sus dados abandonadote en sus jugarretas y triquiñuelas que te sortean palmo a palmo las entrañas.
Al otro lado de la calle,
Justo frente al bar en que mis penas se toman sorbo a sorbo las miserias,
Con cubos del hielo de la soledad,
Junto a ellas,
La maltrecha alegría toma un trago también,
Busca embriagarse para dormir una siesta y olvidar su desempleo.
Es frente a este bar sin risas ni bromas,
Sin placer o baile,
Polvoriento y sombrío…
Donde te veo pasar,
Con tus caderas bamboleantes, tu mirada de sepulcro y la sonrisa anticipada de un orgasmo que no has de sentir.
Te vuelves hacia mí,
Y con la mirada de deseo me invitas “vida a morir en ti”.
Me desnudo en tu lecho,
Dejo mi ropa en un rincón junto a la silla desde donde me observa desahuciada y desesperanzada la Esperanza.
Hago caso omiso al reproche de sus ojos…
Le abandono a su suerte.
La Vida abre para mí brazos y piernas,
Me invita a sumergirme en la profundidad de sus entrañas,
A drogarme de sus humores y la salinidad del sudor de su piel.
Por fin un grito de placer marca el final de la obra,
y antes de cerrar el telón… …
eyaculo el hastío y la amargura
las frustraciones y los deseos,
eyaculo el día a día,
la rutina, las quejas
y hasta el baso de agua que me tomo antes de irme a dormir
me alejé de ella,
vi entre mis piernas mi miembro. . .
fláccido como todo lo demás que me rodeaba en aquella mísera estancia.
Lié con uno de tantos sueños irreales un cigarro,
Lo encendí junto a la silla donde yacía despatarrado el cadáver de la Esperanza,
Lo fumé lentamente y poco a poco,
Hasta llenar mis pulmones y los de mi alma con el humo de otro sueño incinerado. . .
SOMBRÍA LUZ.
Abrirá una vez más sus labios en un gemido de placer,
Lanzará a algún oscuro rincón la ropa que sobre su cuerpo se siñe,
Y otra vez entre sus piernas y entrañas algunas esporádicas aventurero falo.
“¡Hay vida!”,
“Tan ramera, tan puta, tan sínica y desvergonzada”.
Te arqueas en fingidos y frustrantes orgasmos sobre el lecho de otro furtivo amante.
Te envuelves en aventuras y romances que te desgarran el alma,
A veces orgiásticos junto al anacrónico tiempo y al destino,
Y tal que si fueras de Safo discípula,
Te revuelcas en los pezones y el clítoris de la timadora Suerte
Suerte que tira sus dados abandonadote en sus jugarretas y triquiñuelas que te sortean palmo a palmo las entrañas.
Al otro lado de la calle,
Justo frente al bar en que mis penas se toman sorbo a sorbo las miserias,
Con cubos del hielo de la soledad,
Junto a ellas,
La maltrecha alegría toma un trago también,
Busca embriagarse para dormir una siesta y olvidar su desempleo.
Es frente a este bar sin risas ni bromas,
Sin placer o baile,
Polvoriento y sombrío…
Donde te veo pasar,
Con tus caderas bamboleantes, tu mirada de sepulcro y la sonrisa anticipada de un orgasmo que no has de sentir.
Te vuelves hacia mí,
Y con la mirada de deseo me invitas “vida a morir en ti”.
Me desnudo en tu lecho,
Dejo mi ropa en un rincón junto a la silla desde donde me observa desahuciada y desesperanzada la Esperanza.
Hago caso omiso al reproche de sus ojos…
Le abandono a su suerte.
La Vida abre para mí brazos y piernas,
Me invita a sumergirme en la profundidad de sus entrañas,
A drogarme de sus humores y la salinidad del sudor de su piel.
Por fin un grito de placer marca el final de la obra,
y antes de cerrar el telón… …
eyaculo el hastío y la amargura
las frustraciones y los deseos,
eyaculo el día a día,
la rutina, las quejas
y hasta el baso de agua que me tomo antes de irme a dormir
me alejé de ella,
vi entre mis piernas mi miembro. . .
fláccido como todo lo demás que me rodeaba en aquella mísera estancia.
Lié con uno de tantos sueños irreales un cigarro,
Lo encendí junto a la silla donde yacía despatarrado el cadáver de la Esperanza,
Lo fumé lentamente y poco a poco,
Hasta llenar mis pulmones y los de mi alma con el humo de otro sueño incinerado. . .
Abrirá una vez más sus labios en un gemido de placer,
Lanzará a algún oscuro rincón la ropa que sobre su cuerpo se siñe,
Y otra vez entre sus piernas y entrañas algunas esporádicas aventurero falo.
“¡Hay vida!”,
“Tan ramera, tan puta, tan sínica y desvergonzada”.
Te arqueas en fingidos y frustrantes orgasmos sobre el lecho de otro furtivo amante.
Te envuelves en aventuras y romances que te desgarran el alma,
A veces orgiásticos junto al anacrónico tiempo y al destino,
Y tal que si fueras de Safo discípula,
Te revuelcas en los pezones y el clítoris de la timadora Suerte
Suerte que tira sus dados abandonadote en sus jugarretas y triquiñuelas que te sortean palmo a palmo las entrañas.
Al otro lado de la calle,
Justo frente al bar en que mis penas se toman sorbo a sorbo las miserias,
Con cubos del hielo de la soledad,
Junto a ellas,
La maltrecha alegría toma un trago también,
Busca embriagarse para dormir una siesta y olvidar su desempleo.
Es frente a este bar sin risas ni bromas,
Sin placer o baile,
Polvoriento y sombrío…
Donde te veo pasar,
Con tus caderas bamboleantes, tu mirada de sepulcro y la sonrisa anticipada de un orgasmo que no has de sentir.
Te vuelves hacia mí,
Y con la mirada de deseo me invitas “vida a morir en ti”.
Me desnudo en tu lecho,
Dejo mi ropa en un rincón junto a la silla desde donde me observa desahuciada y desesperanzada la Esperanza.
Hago caso omiso al reproche de sus ojos…
Le abandono a su suerte.
La Vida abre para mí brazos y piernas,
Me invita a sumergirme en la profundidad de sus entrañas,
A drogarme de sus humores y la salinidad del sudor de su piel.
Por fin un grito de placer marca el final de la obra,
y antes de cerrar el telón… …
eyaculo el hastío y la amargura
las frustraciones y los deseos,
eyaculo el día a día,
la rutina, las quejas
y hasta el baso de agua que me tomo antes de irme a dormir
me alejé de ella,
vi entre mis piernas mi miembro. . .
fláccido como todo lo demás que me rodeaba en aquella mísera estancia.
Lié con uno de tantos sueños irreales un cigarro,
Lo encendí junto a la silla donde yacía despatarrado el cadáver de la Esperanza,
Lo fumé lentamente y poco a poco,
Hasta llenar mis pulmones y los de mi alma con el humo de otro sueño incinerado. . .
SOMBRÍA LUZ.
Abrirá una vez más sus labios en un gemido de placer,
Lanzará a algún oscuro rincón la ropa que sobre su cuerpo se siñe,
Y otra vez entre sus piernas y entrañas algunas esporádicas aventurero falo.
“¡Hay vida!”,
“Tan ramera, tan puta, tan sínica y desvergonzada”.
Te arqueas en fingidos y frustrantes orgasmos sobre el lecho de otro furtivo amante.
Te envuelves en aventuras y romances que te desgarran el alma,
A veces orgiásticos junto al anacrónico tiempo y al destino,
Y tal que si fueras de Safo discípula,
Te revuelcas en los pezones y el clítoris de la timadora Suerte
Suerte que tira sus dados abandonadote en sus jugarretas y triquiñuelas que te sortean palmo a palmo las entrañas.
Al otro lado de la calle,
Justo frente al bar en que mis penas se toman sorbo a sorbo las miserias,
Con cubos del hielo de la soledad,
Junto a ellas,
La maltrecha alegría toma un trago también,
Busca embriagarse para dormir una siesta y olvidar su desempleo.
Es frente a este bar sin risas ni bromas,
Sin placer o baile,
Polvoriento y sombrío…
Donde te veo pasar,
Con tus caderas bamboleantes, tu mirada de sepulcro y la sonrisa anticipada de un orgasmo que no has de sentir.
Te vuelves hacia mí,
Y con la mirada de deseo me invitas “vida a morir en ti”.
Me desnudo en tu lecho,
Dejo mi ropa en un rincón junto a la silla desde donde me observa desahuciada y desesperanzada la Esperanza.
Hago caso omiso al reproche de sus ojos…
Le abandono a su suerte.
La Vida abre para mí brazos y piernas,
Me invita a sumergirme en la profundidad de sus entrañas,
A drogarme de sus humores y la salinidad del sudor de su piel.
Por fin un grito de placer marca el final de la obra,
y antes de cerrar el telón… …
eyaculo el hastío y la amargura
las frustraciones y los deseos,
eyaculo el día a día,
la rutina, las quejas
y hasta el baso de agua que me tomo antes de irme a dormir
me alejé de ella,
vi entre mis piernas mi miembro. . .
fláccido como todo lo demás que me rodeaba en aquella mísera estancia.
Lié con uno de tantos sueños irreales un cigarro,
Lo encendí junto a la silla donde yacía despatarrado el cadáver de la Esperanza,
Lo fumé lentamente y poco a poco,
Hasta llenar mis pulmones y los de mi alma con el humo de otro sueño incinerado. . .
TAN SOLO QUIERO UN POR QUE
¿Dónde están las grandes virtudes que se ahn pregonado?
¿Dónde vive la inocencia o la piedad?
¿Qué fue de la tolerancia o la misericordia?
¿Qué ha sido de esas aladas hadas que se dice fueron parte de la formación de los grandes hijos del creador?.
¿Por qué si son los hombres portadores de tales virtudes?
¿si a ellos pertenece el dominio de la grandeza?
¿Por qué entonces se comportan como extrañas figurillas salidas de oscuras mazmorras?
¿debido a que son peludas y mezquinas alimañas?
¿es que acaso aquellas tantas quiméricas bondades son solo fruto de la imaginación de algún iluso “poeta”?
¿Por qué son bellas y dulces las ideas? ¿
Son tan virginales sus rostros,
Hasta el momento en el que se convierten en demagogas e intrigante emisarias del poder?.
¿ha habido alguna vez un luchador de masas que tras alcanzar sus ideales no halla pasado a ser poco menos que un miserable?
¿podría alguien darme cuenta de uno que halla permanecido firme junto a las rameras ideas que devergonzado y con vestimenta de sinismo enarboló antaño?
¿Dónde viven los virtuosos que hacen gala de la honra y la transparencia de sus ideas?
¿Siglos y milenios no han sido válidos para que queden atrás las ideas de redención de los mas corrompidos y corruptos benefactores de la mas desgraciada civilización?
¿Dónde vive la inocencia o la piedad?
¿Qué fue de la tolerancia o la misericordia?
¿Qué ha sido de esas aladas hadas que se dice fueron parte de la formación de los grandes hijos del creador?.
¿Por qué si son los hombres portadores de tales virtudes?
¿si a ellos pertenece el dominio de la grandeza?
¿Por qué entonces se comportan como extrañas figurillas salidas de oscuras mazmorras?
¿debido a que son peludas y mezquinas alimañas?
¿es que acaso aquellas tantas quiméricas bondades son solo fruto de la imaginación de algún iluso “poeta”?
¿Por qué son bellas y dulces las ideas? ¿
Son tan virginales sus rostros,
Hasta el momento en el que se convierten en demagogas e intrigante emisarias del poder?.
¿ha habido alguna vez un luchador de masas que tras alcanzar sus ideales no halla pasado a ser poco menos que un miserable?
¿podría alguien darme cuenta de uno que halla permanecido firme junto a las rameras ideas que devergonzado y con vestimenta de sinismo enarboló antaño?
¿Dónde viven los virtuosos que hacen gala de la honra y la transparencia de sus ideas?
¿Siglos y milenios no han sido válidos para que queden atrás las ideas de redención de los mas corrompidos y corruptos benefactores de la mas desgraciada civilización?
VIVIENDO
Me veo a mi mismo inserto en un espacio lejano a la cercanía con mi entorno
Soy la sombra opaca que busca ser parte de una luz que ilumina o quiere iluminar la nada. Soy una figura que se recorta de otro tiempo y otra vida
Una imagen que se adhiere a las tablas rasas de la vida que he de vivir.
Soy la carta astral de un futuro incierto,
El futuro de un pasado que en un presente lejano he de recordar
Pero que hoy soy incapaz de precisar.
Siento ese aire tormentoso que sopla dentro de mí
Que amenaza con ser huracán indestructible
Pero que se guarda de no ser más que una suave llovizna de verano,
Cuando mucho un ligero aguacero.
Soy la risa de mis sueños aunque también mi propia contradicción.
No busco nada que no sea vivir nada que no sea tomar un tren a otra nube de mis utopías,
Fascinarme con lo sencillo y admirable del espacio,
Encantarme de lo elaborado y complicado de esta esfera de vida.
Sin mas que lo poco que la vida diera al sentido que se busca
Solo quiero luz para vivir
Para vivir el tiempo necesario antes de que la muerte me envíe boletos para su función
Y muera primero en el olvido de lo que mal o bien sean mis realidades de la fantasiosa vida que nos ha tocado vivir.
El día que muera quiero hacerlo viviendo.
Soy la sombra opaca que busca ser parte de una luz que ilumina o quiere iluminar la nada. Soy una figura que se recorta de otro tiempo y otra vida
Una imagen que se adhiere a las tablas rasas de la vida que he de vivir.
Soy la carta astral de un futuro incierto,
El futuro de un pasado que en un presente lejano he de recordar
Pero que hoy soy incapaz de precisar.
Siento ese aire tormentoso que sopla dentro de mí
Que amenaza con ser huracán indestructible
Pero que se guarda de no ser más que una suave llovizna de verano,
Cuando mucho un ligero aguacero.
Soy la risa de mis sueños aunque también mi propia contradicción.
No busco nada que no sea vivir nada que no sea tomar un tren a otra nube de mis utopías,
Fascinarme con lo sencillo y admirable del espacio,
Encantarme de lo elaborado y complicado de esta esfera de vida.
Sin mas que lo poco que la vida diera al sentido que se busca
Solo quiero luz para vivir
Para vivir el tiempo necesario antes de que la muerte me envíe boletos para su función
Y muera primero en el olvido de lo que mal o bien sean mis realidades de la fantasiosa vida que nos ha tocado vivir.
El día que muera quiero hacerlo viviendo.
RIO
Río,
Es una risa gutural
Helada como si me burlara de mi mismo.
La risa se expande por todos lados
Es reproducida por el eco del vacío.
Sus hondas van hasta el infinito
Se gasta su brillo en el espacio
Luego vuelve a mi
Arañada por el viento
Herida en su centro.
Vuelvo a reír,
No escarmiento,
Es como si la soledad se regodeara en un sínico gozo,
Como si al verme lejano y ajeno a todo
Su desgracia sea mínima.
Es una risa que invade los rincones de mi alma
“si es cierto que el alma existe”.
Soy terco o empecinado,
No paro de reír
Pienso que talvez si me ven seré algo como un demente,
Creo que no me importa que lo piensen,
Entonces otra carcajada detiene mis cavilaciones.
Se supone que debería tener algún motivo para mi risa,
De lo contrario sería talvez algún ataque de histeria,
Pero no,
No hay motivo para mi estrepitosa risa,
Tampoco hay motivo.
Los músculos de mi vientre se contraen,
Siento un dolor punzante en las costillas
Aunque es menos que el de un lugar que no preciso ubicar en mis entrañas.
Lágrimas corren por mis mejillas
Son largos arroyos salados y transparentes
Como pocos se ven ya.
La risa sigue ahí,
No sede ni un momento.
Me río del cura que en la misa no cree ni el “amén” de su sermón,
Río de la doña que con un ojo mira la cruz para rezar el rosario y con el otro se fija en la falda raída de la puta que le que da atrás.
Un ataque de tos detiene por un seguido mis risotadas,
La tos sede y otra vez se lanza al ataque mi continuo reír.
Ahora río de la niña que en casa afirma que será célibe,
Que entregará sus virtudes al señor
Mientras en la soledad de su casa le entrega sus exaltaciones al orgasmo que le ofrece un no muy sacrosanto señor.
Río de los corazones solidarios,
Esos que se lamentan por la miseria del mundo,
Aquellos que en multitudinarias congregaciones lloran y oran por los pobres,
Pero que no bajan su vista a las bancas de los parques,
Porque se podrían encontrar con las costillas de un famélico huérfano.
Mi risa es por los trozos de madera,
La madera que se presta para las “nobles acciones” de los que resuelven la miseria con operativos insípidos
En los que con dos tablas llevan el progreso a los recónditos rincones de la pobreza.
Río de aquellos que califican y analizan las profundidades de la historia
Pero son incapaces de poner un pie en la calle del presente.
Río de los estudiosos de la realidad social
Porque en su vida han salido de sus ficticios mundos,
Porque ven el día a día desde la miopía de sus libros inocuos.
Río de los grandes ejemplos de cordura
Río porque no me quejo,
Porque a nadie le importa ser el arterego de la insipiente vida de la mediocridad
depronto seso de reír,
veo unos ojos que me miran iracundos,
me preguntan si es por fribolidad mi risa,
si es por lo vanal de mis entrañas.
Miro desde el espejo mi rostro,
Veo que este no medita antes de contestar,
Luego tal que si fuera un relámpago atronador
De mi garganta surge una carcajada mas estruendósa y descarada que todas las anteriores.
Me limito a seguir riendo,
Sin dar respeustas a nadie,
Nisiquiera a mí.
Surgen em mí mente otras escenas,
Motivadoras en su escencia para nuevas risas.
Río de quienes critican las posibles razones psíquicas de una rata al actuar,
De quienes examinan millones de mentes bajo un solo aspecto,
Juzgando de psicología colectiva.
Me río de mí,
De la ingenuidad con la que quisiera verme de vez en cuando,
De la tendencia a crear nuevas es escenas en mi mente,
Siempre con la esperanza de verlas hechas realidad.
Río de los que callan cuando quieren hablar.
En fin río cuando debería llorar
O por lo menos cuando debería permanecer indiferente.
En ocasiones hasta me río de mi fé
O de mi existencialismo caduco y casi sin motigo.
En incluso ahora pienso que sería capaz de reirme de Dios,
Aún a sabiendas de qe podría estar frunciendo el seño si me viera,
O quizás si corro con suerte él me acompañe a reír de buena gana,
A reír de tanta pendejada y de tantos pendejos (dentro de los que claro he de incluirme haciendo honor a la justicia de la que carecemos todos los apendejados que existimos o vivimos, ¡o sea lo que sea que hagamos!).
Es una risa gutural
Helada como si me burlara de mi mismo.
La risa se expande por todos lados
Es reproducida por el eco del vacío.
Sus hondas van hasta el infinito
Se gasta su brillo en el espacio
Luego vuelve a mi
Arañada por el viento
Herida en su centro.
Vuelvo a reír,
No escarmiento,
Es como si la soledad se regodeara en un sínico gozo,
Como si al verme lejano y ajeno a todo
Su desgracia sea mínima.
Es una risa que invade los rincones de mi alma
“si es cierto que el alma existe”.
Soy terco o empecinado,
No paro de reír
Pienso que talvez si me ven seré algo como un demente,
Creo que no me importa que lo piensen,
Entonces otra carcajada detiene mis cavilaciones.
Se supone que debería tener algún motivo para mi risa,
De lo contrario sería talvez algún ataque de histeria,
Pero no,
No hay motivo para mi estrepitosa risa,
Tampoco hay motivo.
Los músculos de mi vientre se contraen,
Siento un dolor punzante en las costillas
Aunque es menos que el de un lugar que no preciso ubicar en mis entrañas.
Lágrimas corren por mis mejillas
Son largos arroyos salados y transparentes
Como pocos se ven ya.
La risa sigue ahí,
No sede ni un momento.
Me río del cura que en la misa no cree ni el “amén” de su sermón,
Río de la doña que con un ojo mira la cruz para rezar el rosario y con el otro se fija en la falda raída de la puta que le que da atrás.
Un ataque de tos detiene por un seguido mis risotadas,
La tos sede y otra vez se lanza al ataque mi continuo reír.
Ahora río de la niña que en casa afirma que será célibe,
Que entregará sus virtudes al señor
Mientras en la soledad de su casa le entrega sus exaltaciones al orgasmo que le ofrece un no muy sacrosanto señor.
Río de los corazones solidarios,
Esos que se lamentan por la miseria del mundo,
Aquellos que en multitudinarias congregaciones lloran y oran por los pobres,
Pero que no bajan su vista a las bancas de los parques,
Porque se podrían encontrar con las costillas de un famélico huérfano.
Mi risa es por los trozos de madera,
La madera que se presta para las “nobles acciones” de los que resuelven la miseria con operativos insípidos
En los que con dos tablas llevan el progreso a los recónditos rincones de la pobreza.
Río de aquellos que califican y analizan las profundidades de la historia
Pero son incapaces de poner un pie en la calle del presente.
Río de los estudiosos de la realidad social
Porque en su vida han salido de sus ficticios mundos,
Porque ven el día a día desde la miopía de sus libros inocuos.
Río de los grandes ejemplos de cordura
Río porque no me quejo,
Porque a nadie le importa ser el arterego de la insipiente vida de la mediocridad
depronto seso de reír,
veo unos ojos que me miran iracundos,
me preguntan si es por fribolidad mi risa,
si es por lo vanal de mis entrañas.
Miro desde el espejo mi rostro,
Veo que este no medita antes de contestar,
Luego tal que si fuera un relámpago atronador
De mi garganta surge una carcajada mas estruendósa y descarada que todas las anteriores.
Me limito a seguir riendo,
Sin dar respeustas a nadie,
Nisiquiera a mí.
Surgen em mí mente otras escenas,
Motivadoras en su escencia para nuevas risas.
Río de quienes critican las posibles razones psíquicas de una rata al actuar,
De quienes examinan millones de mentes bajo un solo aspecto,
Juzgando de psicología colectiva.
Me río de mí,
De la ingenuidad con la que quisiera verme de vez en cuando,
De la tendencia a crear nuevas es escenas en mi mente,
Siempre con la esperanza de verlas hechas realidad.
Río de los que callan cuando quieren hablar.
En fin río cuando debería llorar
O por lo menos cuando debería permanecer indiferente.
En ocasiones hasta me río de mi fé
O de mi existencialismo caduco y casi sin motigo.
En incluso ahora pienso que sería capaz de reirme de Dios,
Aún a sabiendas de qe podría estar frunciendo el seño si me viera,
O quizás si corro con suerte él me acompañe a reír de buena gana,
A reír de tanta pendejada y de tantos pendejos (dentro de los que claro he de incluirme haciendo honor a la justicia de la que carecemos todos los apendejados que existimos o vivimos, ¡o sea lo que sea que hagamos!).
ERA MUJER Y QUERIA UN BESO
Era mujer y quería un beso.
Con su negritud al hombro, la boca abierta en un gemido de placer y tres gotas de sudor en la frente.
Abrió sus piernas e inició el vaivén que hacía resonar el colchón de sábanas curtidas.
De su amante sabía lo esencial.
Que era quizás alto, talvez moreno y que estaba con ella.
Que le hizo mil promesas que no cumpliría y que no le daría el beso que deseaba desde tiempos que no alcanzaba a recordar la memoria, ni su luá.
Uno que fuera azul
Los besos rojos le sacaban de sus casillas por repetidos
Que sea desapasionado pero con pasión
Los besos apasionados eran patéticos y de plástico descolorido.
Era mujer y quería un beso.
No uno que le llegara al alma,
Tampoco quería ser el blanco del puño de un hombre,
Ni la cocinera de la comida desabrida o salada de nadie.
Era tan solo una mujer que quería un beso.
Por el momento la cara del hombre se contraía,
Abría un poco los labios como quien da por la boca el alma
Sudaba dos gotas frías que se juntaban con las ya calientes antes sudadas
Y la llenaba de una leche tibia que le recorría las entrañas por un segundo y la dejaba frustrada.
Era mujer y quería un beso,
Por ahora solo recibió los cien pesos que le dio por haberse venido este cliente,
Era mujer y quería un beso,
Pero solo recibió el pago por sus servicio del futuro padre desconocido de otro hijo de un batey.
Con su negritud al hombro, la boca abierta en un gemido de placer y tres gotas de sudor en la frente.
Abrió sus piernas e inició el vaivén que hacía resonar el colchón de sábanas curtidas.
De su amante sabía lo esencial.
Que era quizás alto, talvez moreno y que estaba con ella.
Que le hizo mil promesas que no cumpliría y que no le daría el beso que deseaba desde tiempos que no alcanzaba a recordar la memoria, ni su luá.
Uno que fuera azul
Los besos rojos le sacaban de sus casillas por repetidos
Que sea desapasionado pero con pasión
Los besos apasionados eran patéticos y de plástico descolorido.
Era mujer y quería un beso.
No uno que le llegara al alma,
Tampoco quería ser el blanco del puño de un hombre,
Ni la cocinera de la comida desabrida o salada de nadie.
Era tan solo una mujer que quería un beso.
Por el momento la cara del hombre se contraía,
Abría un poco los labios como quien da por la boca el alma
Sudaba dos gotas frías que se juntaban con las ya calientes antes sudadas
Y la llenaba de una leche tibia que le recorría las entrañas por un segundo y la dejaba frustrada.
Era mujer y quería un beso,
Por ahora solo recibió los cien pesos que le dio por haberse venido este cliente,
Era mujer y quería un beso,
Pero solo recibió el pago por sus servicio del futuro padre desconocido de otro hijo de un batey.
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