domingo, 28 de agosto de 2011
3 fracasos y Un Escritor frustrado.
Hay tres cosas que me hubiera gustado ser: pelotero, cantante y guitarrista de una banda de rock.
A los nueve años me inscribí en una liga de Base Ball (error número 522), el Base ball no es para miopes con lentes de fondo de botella, ni para cardiópatas. A la hora de usar el bate, tenía el estilo menos pelotero que nunca vi, no rompí el record del más ponchado en un juego, porque el entrenador, conocedor de mis capacidades deportivas, me evitaba la vergüenza de participar en los juegos importantes del equipo. Pero con todo, logré una marca, fui el único en todo lo que he conocido de pelota, que hizo doble play luego de haberse embasado por bola muerta. Creo que fue esta la razón de que abandonara definitivamente mis pretenciones de ser un Sami Sosa, y no la miopía como pensé entonces.
Después intenté ser cantante; empecé cantando las rancheras y corridos de Antonio Aguilar, las cantaba en la escuela, en los campamentos de la iglesia y hasta en algún cumpleaños familiar.lo peor, es que mis compañeros de escuela y algunos adultos, crueles por naturaleza, me pedían cantar mis historias de desamores mexicanos.
Supe que no daba para cantante cuando algunos amigos me dijeron:
Loco tu cantas rancheras, pero no cantes otra cosa.
O cuando una compañera de la iglesia empezó a pedirme que no cantara, pero fue en secundaria que entendí definitivamente que el canto no era lo mío, cuando en el coro de la iglesia le daban posiciones de cierta importancia a algunos muchachos y yo quedaba en la parte trasera. También la infinita crueldad de los amigos es infalible para entender las grandes carencias del ser.
Mi relación con la guitarra fue menos traumática, aunque más lenta; de pequeño quería tener una, y aprender a tocarla, sin embargo no pude tener una hasta los 16 años o algo así. Intenté aprender los tonos visitando amigos, monjas, una profesora de la escuela de ciegos y de cualquier forma que se me ocurriera. Después de aprenderme algunos tonos y tras haber entendido que no podía ser cantante, entonces empecé a pensar que me gustaría ser un guitarrista como el de Maná, o carlos Santana. Todavía toco la guitarra, no consigo aprender del todo, no es que se me de muy mal que digamos; pero también he aprendido que no tengo oído musical, que soy casi arrítmico aunque la música es una de mis grandes pasiones. aSí que también me hice a la idea de que no seré un guitarrista de una banda de rock, aunque componga canciones en mi habitación y de vez en cuando me grabe cantando una que otra pieza fuera de tiempo y con los tonos equivocados.
A estos fracasos vocacionales, se une el mayor de todos, el más importante y al que más tiempo le he invertido y le invierto; ser escritor.
Desde siempre he escrito, incluso ahora lo hago, por eso leo tanto. Desde los ocho años escribía poemas cursis que decoraba con dibujos de mi vocación frustrada de pintor, relatos violentos, novelles juveniles y algunos intentos de novela.
En este caso, la tecnología fue quien quiso darme el aviso de que me olvidara de las letras. Llegué a escribir dos novelas, una en Braille y la otra en digital, la de Braille se perdió junto con todas las otras creaciones que hice entonces y todo lo que hice en digital posteriormente lo perdí en uno de esos ataques que le dan a las computadoras, pero no hice caso del aviso. Después fui madurando, hay que reconocerlo, conociendo estilos distintos y adoptando técnicas de escritura. Por un momento me creí escritor en verdad.
Pero hoy tras haber hecho cuentos, poemas e intentos de novelas, ya sé que no soy escritor, que no es verdad que tenga una vena de escritor aunque las letras la tenga en la sangre, en la piel, en los músculos. A lo sumo seré o puedo ser un lector al que le divierten las novelas y los cuentos bien escritos, un tipo que detesta a Cuautemoc Sánchez y a coelo y que se duerme si lee de un tirón las novelas de Vargas Llosa, por bien escritas que sean.
J.B
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