Rozamos la soledad con la punta de la lengua,
Escurridos de puntillas abandonamos la melena del sol.
La piel se nos chamuscó,
La perdimos a jirones,
Junto a la sal de las venas,
Al frío del uno junto al otro,
Junto al fuego.
Después desorbitados los ojos,
Un dedo acarició el iris de tu pecho,
Los labios bebieron tu calor
En la galaxia de tu vientre.
Rozamos la soledad con la punta de la lengua,
Le humedecimos de burbujas espinosas,
Le soplamos con flama,
Le atamos con magmas míticos,
Y le vimos acuñarse invasora a nuestra dermis.
Gangrenó nuestras manos, ojos y melancolías.
Entonces quedamos solos,
Abrazados en la Nube de Óor,
Con el “Gran desgarramiento” del universo”.
J.B
martes, 4 de enero de 2011
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