SOMBRÍA LUZ.
Abrirá una vez más sus labios en un gemido de placer,
Lanzará a algún oscuro rincón la ropa que sobre su cuerpo se siñe,
Y otra vez entre sus piernas y entrañas algunas esporádicas aventurero falo.
“¡Hay vida!”,
“Tan ramera, tan puta, tan sínica y desvergonzada”.
Te arqueas en fingidos y frustrantes orgasmos sobre el lecho de otro furtivo amante.
Te envuelves en aventuras y romances que te desgarran el alma,
A veces orgiásticos junto al anacrónico tiempo y al destino,
Y tal que si fueras de Safo discípula,
Te revuelcas en los pezones y el clítoris de la timadora Suerte
Suerte que tira sus dados abandonadote en sus jugarretas y triquiñuelas que te sortean palmo a palmo las entrañas.
Al otro lado de la calle,
Justo frente al bar en que mis penas se toman sorbo a sorbo las miserias,
Con cubos del hielo de la soledad,
Junto a ellas,
La maltrecha alegría toma un trago también,
Busca embriagarse para dormir una siesta y olvidar su desempleo.
Es frente a este bar sin risas ni bromas,
Sin placer o baile,
Polvoriento y sombrío…
Donde te veo pasar,
Con tus caderas bamboleantes, tu mirada de sepulcro y la sonrisa anticipada de un orgasmo que no has de sentir.
Te vuelves hacia mí,
Y con la mirada de deseo me invitas “vida a morir en ti”.
Me desnudo en tu lecho,
Dejo mi ropa en un rincón junto a la silla desde donde me observa desahuciada y desesperanzada la Esperanza.
Hago caso omiso al reproche de sus ojos…
Le abandono a su suerte.
La Vida abre para mí brazos y piernas,
Me invita a sumergirme en la profundidad de sus entrañas,
A drogarme de sus humores y la salinidad del sudor de su piel.
Por fin un grito de placer marca el final de la obra,
y antes de cerrar el telón… …
eyaculo el hastío y la amargura
las frustraciones y los deseos,
eyaculo el día a día,
la rutina, las quejas
y hasta el baso de agua que me tomo antes de irme a dormir
me alejé de ella,
vi entre mis piernas mi miembro. . .
fláccido como todo lo demás que me rodeaba en aquella mísera estancia.
Lié con uno de tantos sueños irreales un cigarro,
Lo encendí junto a la silla donde yacía despatarrado el cadáver de la Esperanza,
Lo fumé lentamente y poco a poco,
Hasta llenar mis pulmones y los de mi alma con el humo de otro sueño incinerado. . .
SOMBRÍA LUZ.
Abrirá una vez más sus labios en un gemido de placer,
Lanzará a algún oscuro rincón la ropa que sobre su cuerpo se siñe,
Y otra vez entre sus piernas y entrañas algunas esporádicas aventurero falo.
“¡Hay vida!”,
“Tan ramera, tan puta, tan sínica y desvergonzada”.
Te arqueas en fingidos y frustrantes orgasmos sobre el lecho de otro furtivo amante.
Te envuelves en aventuras y romances que te desgarran el alma,
A veces orgiásticos junto al anacrónico tiempo y al destino,
Y tal que si fueras de Safo discípula,
Te revuelcas en los pezones y el clítoris de la timadora Suerte
Suerte que tira sus dados abandonadote en sus jugarretas y triquiñuelas que te sortean palmo a palmo las entrañas.
Al otro lado de la calle,
Justo frente al bar en que mis penas se toman sorbo a sorbo las miserias,
Con cubos del hielo de la soledad,
Junto a ellas,
La maltrecha alegría toma un trago también,
Busca embriagarse para dormir una siesta y olvidar su desempleo.
Es frente a este bar sin risas ni bromas,
Sin placer o baile,
Polvoriento y sombrío…
Donde te veo pasar,
Con tus caderas bamboleantes, tu mirada de sepulcro y la sonrisa anticipada de un orgasmo que no has de sentir.
Te vuelves hacia mí,
Y con la mirada de deseo me invitas “vida a morir en ti”.
Me desnudo en tu lecho,
Dejo mi ropa en un rincón junto a la silla desde donde me observa desahuciada y desesperanzada la Esperanza.
Hago caso omiso al reproche de sus ojos…
Le abandono a su suerte.
La Vida abre para mí brazos y piernas,
Me invita a sumergirme en la profundidad de sus entrañas,
A drogarme de sus humores y la salinidad del sudor de su piel.
Por fin un grito de placer marca el final de la obra,
y antes de cerrar el telón… …
eyaculo el hastío y la amargura
las frustraciones y los deseos,
eyaculo el día a día,
la rutina, las quejas
y hasta el baso de agua que me tomo antes de irme a dormir
me alejé de ella,
vi entre mis piernas mi miembro. . .
fláccido como todo lo demás que me rodeaba en aquella mísera estancia.
Lié con uno de tantos sueños irreales un cigarro,
Lo encendí junto a la silla donde yacía despatarrado el cadáver de la Esperanza,
Lo fumé lentamente y poco a poco,
Hasta llenar mis pulmones y los de mi alma con el humo de otro sueño incinerado. . .
lunes, 7 de junio de 2010
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